Del yerbatal de sus padres y de su estancia en Misiones adquiriría el gusto por el mate, del que fue un apasionado toda su vida. En Caraguatay, los padres de Ernesto contrataron a una niñera para su hijo: Carmen Arias, una mujer gallega que viviría con la familia hasta 1937 y que fue quien le puso el sobrenombre de Teté.